La inflación en China aumentó a 6% en octubre, de acuerdo a las nuevas cifras oficiales, desatando crecientes temores de que el aumento de los precios al consumidor genere malestar político en el país.
El precio de la carne de cerdo, elemento clave de la alimentación china, subió un preocupante 55%.
Además están las implicaciones internacionales de una economía china sobrecalentada que podría llevar al gobierno de Pekín a pisar el freno a fondo.
Las autoridades están claramente preocupadas ante la aceleración del proceso inflacionario que ha llegado a su nivel más alto en 11 años.
Los recientes aumentos en las tasas de interés oficiales adoptadas por el Banco Central de China no han podido solucionar el problema.
Muchos analistas creen que la solución más efectiva sería dejar que la moneda nacional, el yuan, se apreciara más rápido en relación al dólar y otras divisas.
Eso reduciría el costo, en moneda local, de los bienes importados, incluidas las materias primas que la industria china adquiere en el exterior en grandes cantidades.
Temores
Sin embargo, el gobierno se ha mostrado renuente a permitir grandes movimientos en la cotización del yuan.
Si la moneda china se revaluara frente al dólar podría hacer menos competitivas las exportaciones del país. Asimismo, podría afectar negativamente a los bancos locales que mantienen reservas en divisa extranjera.
El problema es que la inflación en China podría, eventualmente, traspasarse al resto del mundo.
Durante más de una década, el bajo costo de los productos chinos ha contribuido marcadamente a mantener los niveles generalmente bajos de la inflación mundial.
Un proceso inflacionario en China bien podría poner fin a ese estado de cosas y, además, podría complicar las decisiones de los bancos centrales en el resto del planeta que aún están preocupados por la reciente turbulencia en los mercados financieros.
Si los productos chinos de exportación suben de precio, las autoridades monetarias de muchos países podrían enfrentar un problema mucho mayor a la hora de recortar las tasas de interés presionadas por el fantasma de la inflación en casa.
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